
Hay nombres que no se olvidan y que se mantienen en el imaginario colectivo de todo rolero que se precie. White Wolf es uno de ellos. Para muchos de nosotros, fue la casilla de salida a un tipo de rol que te hablaba en susurros y te miraba desde el otro lado de un espejo empañado mientras deleitaba tus oídos con filosofía barata. White Wolf vuelve, y si estás leyendo esto, es posible que te estés preguntando si esto significa algo más que nostalgia, y si esta vez va en serio.
En ocasiones, las marcas mueren. Otras, se transforman en viejos fantasmas que rondan las estanterías de los jugadores, aún precintados. Y en muy contadas ocasiones, vuelven. White Wolf, la casa de Vampiro y otras movidas góticas raras de los noventa, ha vuelto a despertar de las profundidades del infierno rolero. Y por lo que parece, esta vez van en serio.
Paradox Interactive, que ya poseía todos los derechos de Mundo de Tinieblas, ha pensado que el nombre “White Wolf” todavía tiene mordida (pido disculpas por el chiste malo). Y en vez de dejarlo como una reliquia polvorienta o usarlo como marca blanca para licencias sueltas, ha optado por revivirlo como lo que fue: una editorial.
¿Cínico? Un poco. Pero la nostalgia es un potente combustible, y el mercado rolero lleva años encendiendo cerillas (o fósforos, para nuestros hermanos latinoamericanos).
En principio, pues más libros con los que llenar nuestras Kallax. Más material con el sello de White Wolf bien grande, para que se vea, como en los tiempos en los que Vampiro no era únicamente un juego de rol, sino una estética de vida (y de muerte).
Pero esto no se trata de reeditar una y otra vez lo de siempre: por lo visto, hay una intención sincera de coordinar licencias, videojuegos (como ese Bloodlines 2 que lleva más retraso que un tren regional dirección Extremadura), y material narrativo. Todo con una visión más centralizada y coherente. Al menos, eso es lo que nos han prometido.
También prometen volver a la idea original: horror personal, historias maduras y ese tono filosófico-existencial tan de los 90, que hoy puede sonar entre poderoso o ridículamente pomposo, depende de cómo te levantes ese día. Pero para el público actual —más adulto y más dispuesto a exponer temas complejos en mesa— puede que este “despertar” funcione.
Después del colapso editorial de 2018, cuando White Wolf fue diabolizada por Paradox debido a unas decisiones más que cuestionables (sobreexplotación de licencias, falta de comunicación con los jugadores, cambios abruptos en la narrativa, adaptación forzada a nuevos formatos…), el nombre se quedó en la nevera.
Volvieron a publicar a través de otras editoriales, pero ya sin la marca visible.
Ahora el logo regresa a la portada, y con él, una promesa implícita:
“No vamos a cagarla esta vez. O al menos, lo vamos a intentar con todas nuestras fuerzas.”
¿La clave? Encontrar el equilibrio: mantener la narrativa sin caer en la provocación, y conservar el espíritu sin convertirse en una parodia de lo que antaño fue.
El regreso de la marca como editorial puede ser una gran oportunidad para volver a crear, no solo para reciclar. ¿Veremos nuevas líneas? ¿Nuevas voces? Incluso, ¿nuevos Mundos de Tinieblas?
Veremos si se atreven.
Tal vez, si el ecosistema se expande, podríamos ver novelas, más videojuegos o… ¿una serie de TV que no repita el desastre de su predecesora? Quién sabe. Solo nos queda especular y esperar.
Esperemos que White Wolf sepa jugar bien sus cartas, porque podría recuperar un trono al que muchos deseamos que ascienda de nuevo.
Porque sí, es maravilloso esto de que White Wolf vuelva, que haya sangre fresca y ganas de hacer las cosas bien.
Pero vamos a dejarnos de rodeos: todos estamos pensando lo mismo.
¿Y Mago? ¿Dónde está el juego que nos enseñó que la realidad no es lo que parece y que la magia depende más de la voluntad que de los dados? ¿Dónde está mi grimorio?
Porque, seamos honestos: Cazador apareció de debajo de una piedra, como si alguien se hubiera tropezado con una estantería en una tienda y le hubiera caído en la cabeza. Nadie lo pidió, y sin embargo ahí está, con su quinta edición, su arte más que adecuado y su propuesta seria.
Y joder, lo hace bien.
Pero si eso pudo ocurrir… ¿qué impide que vuelva Mago?
Estarán, tal vez, esperando el momento exacto. Tal vez temen no estar a la altura.
O tal vez no saben cómo manejar el fuego cruzado entre paradigmas, paradojas y esferas sin acabar envueltos en debates metafísicos dignos de Twitter.
Pero si White Wolf ha vuelto de verdad —no solo como una marca de agua, sino como una fuerza creativa—, lo que venga después TIENE que ser Mago. No hay excusa.
Porque los vampiros tienen sed.
Los hombres lobo tienen rabia.
Los cazadores tienen fe.
Pero los magos tienen… el sueño.
Y ya va siendo hora de que alguien se atreva a soñarlo otra vez.
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