En el año 1999 se publica Bus de Jeroen Doumen y Joris Wiersinga en la editorial holandesa Splotter Spellen.
Temática, mecánica y componentes
La temática es tan sencilla como que los jugadores van a trazar una línea de autobús de su propia empresa en la ciudad de Nueva York y destaca por la originalidad de ser uno de los primeros juegos de mesa con mecánica de colocación de trabajadores, que consiste en seleccionar acciones con tokens o meeples que se bloquean para el resto de participantes.
La producción es espartana, las reglas muy sencillas pero la profundidad de las decisiones son toda una demostración de un diseño excelente. En el tablero se irán colocando las líneas del color de la empresa de cada uno de los jugadores así como los tipos de edificios: hogar, trabajo o pub, al que se desplazarán los clientes montados en autobuses, pudiendo participar de 3 a 5 jugadores por partida.
Cada jugador tiene 20 acciones para toda la partida, representadas en ese número de tokens que se colocarán en los espacios de acción en cada turno, con la particularidad de que como mínimo se deben colocar 2 por ronda. Además tenemos 25 piezas que trazan el recorrido de nuestra línea de transporte así como 5 fichas de autobús para sumar la fuerza de desplazamiento de cada empresa.
El tablero muestra en su parte central diferentes calles de Nueva York con un número del 1 al 4 en sus intersecciones. En el lado izquierdo está el track de puntuación y en el derecho los espacios de acción donde colocaremos nuestras fichas. Las acciones disponibles son: trazar nuevas líneas, ampliar la capacidad de transporte, añadir pasajeros disponibles, colocar nuevos edificios, parar o avanzar el tiempo, desplazar pasajeros y elegir el jugador inicial para la próxima ronda. Acciones que siempre se resuelven por orden desde la primera hasta la última y todas ellas de izquierda a derecha, aunque la colocación de los tokens en algunas de ellas sea en el sentido contrario.
Interacción total
El juego se gana con muy pocos puntos. En realidad, se trata de intentar que los demás no consigan puntuar, por lo que se juega a negar puntos a los rivales. Hay que calcular nuestras posibilidades, saber elegir donde colocarnos para realizar las acciones, qué edificios construir, hacia donde expandir nuestra línea y si debemos o no parar el tiempo. Un complejo puzzle táctico con muchísima interacción y que requiere una dosis de maldad para ver lo que es más productivo para nosotros y lo peor para los demás.
Nos toca adaptarnos a lo que hagan los rivales, no quitar ojo a sus decisiones y escoger las nuestras en el momento oportuno. El orden de turno es muy importante y lo que hagan los demás, la guía para saber que hacemos nosotros. Aquí no vale montar un motor propio, ampliar nuestro chiringuito sin que nadie nos moleste o no levantar la cabeza para ver las acciones que eligen los rivales. Todo lo contrario: toca estar atentos, no despistarse, saber lo qué es conveniente hacer y cuando. Hay que mirarse a la cara, explorar el tablero, hacer cálculos y resoplar rogando que no nos fastidien la jugada que tenemos pensada. No apto para todo tipo de jugadores aunque yo lo recomiendo probar sin lugar a dudas.
Un diseño excelente
Una maravilla de diseño. La excelencia de la editorial Splotter con un juego diferente y que se explica en quince minutos pero al que no se aprende a jugar bien nunca, ya que todo depende de las características y rivales de cada partida. Splotter sorprendía en 1999 con este juego que será un avance de otras próximas maravillas, como el aclamado Food Chain Magnate.
En el 2019 ha tenido una nueva reimpresión por Capstone Games con el arte mejorado pero con un precio excesivo para lo que ofrece a nivel de componentes. Claro que ha sido la única manera de que quienes no lo habíamos hecho todavía, nos hayamos montado a este Bus para jugar grandes partidas.
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